Todas las parejas discuten, es parte de la convivencia. Pero cuando las peleas se vuelven un bucle sin salida, las conversaciones siempre terminan en lo mismo y la distancia empieza a sentirse más grande que el sofá del salón, es momento de hacer algo.

La terapia de pareja no es para señalar culpables ni llevar la cuenta de quién gana más discusiones. Se trata de encontrar nuevas formas de comunicarse, recuperar la conexión y aprender a entenderse de verdad. Porque amar es importante, pero llevarse bien también ayuda (y mucho).

Algunas señales de que la terapia de pareja puede ser útil:

✔ Discusiones frecuentes que nunca llegan a una solución.
✔ Sensación de distancia emocional o falta de conexión.
✔ Dificultad para expresar necesidades sin que se convierta en un conflicto.
✔ Problemas de confianza o heridas emocionales sin resolver.
✔ Diferencias en la manera de afrontar situaciones importantes.
✔ Falta de intimidad o dificultades en la vida sexual.

Si algo de esto te suena familiar, recuerda: pedir ayuda no significa que la relación está rota, sino que ambos quieren repararla. Con las herramientas adecuadas, es posible reencontrarse y construir una relación más sana y fuerte.

«El amor es como una planta: si no se riega, se marchita… pero tranquilo, no hace falta ser jardinero experto, solo tener ganas de cuidar lo que importa.»